Quién diría que una exalumna de María Auxiliadora, Voluntaria FMA, de tan sólo 22 años llegaría contra viento y marea a Ayaviri para decir "estoy aquí para servir". Soy Natividad y estudio Historia del Arte y considero que ser voluntaria implica darse a los demás, brindar un tiempo de tu vida a la acción social y a la ayuda comunitaria, no es simplemente preocuparse por el más necesitado sino ocuparse de él y sobretodo acompañarlo con la escucha, el amor y la comprensión, es simplemente "estar", estar en medio de ellos como Don Bosco y Madre Mazzarello.
Fue entonces por esto que decidí realizar el viaje a la Casa de María Auxiliadora de Ayaviri en Puno. Durante el viaje no dejaba de preguntarme qué les enseñaría a las niñas, qué podría ofrecerles desde mi perspectiva juvenil y mis pocas o grandes experiencias de vida, qué es lo mejor que yo tengo para ofrecer, entre otras cosas. Todas esas dudas quedaron atrás cuando llegué a Juliaca; Sor María Calderón FMA estaba esperándome con ansias para hacer un pequeño transbordo a Ayaviri, conversamos casi todo el recorrido, mejor dicho, la atormenté con mil preguntas por todas las dudas que tenía. Al bajar del carro lo primero que vi fue la catedral y sentí de corazón que Dios me tenía deparado desde hace mucho este viaje, que la Virgen Auxiliadora me había llamado a vivir de cerca está nueva aventura.
Al llegar a casa sentí un ambiente familiar y acogedor; todas las hermanas estaban atentas a mi llegada, Sor Eliana Velapatiño me dio la bienvenida; al poco tiempo, bajaron Sor Evita y Sor Nery para contarme a grandes rasgos su labor en el hogar. Al día siguiente, luego de un buen descanso, durante el desayuno me presentaron a los cuatro voluntarios que venían de España (Barcelona), cada uno de ellos con un carisma diferente pero con el mismo objetivo que el mío "Darse sin medida, donarse, entregar lo mejor de nosotros mismos". María Ángeles, Raquel, Nuria y Valentin fueron durante mi estadía un gran apoyo y una excelente compañía, los intercambios culturales estuvieron presente y ni qué decir de la diversión, el gozo de vivir dándose.
Por la tarde Sor Eliana me presentó a las niñas y cinco minutos después empezaron a rodearme para preguntarme de todo un poco. Estaban a punto de entrar a vacaciones y las hermanas estaban preocupadas por las actividades que realizarían las niñas; fue entonces que tomé la iniciativa y me propuse a ayudarlas y a ser su profesora de matemáticas, mi especialidad, y ayudarlas con otros cursos.
Mis tres semanas en el Hogar María Auxiliadora de Ayaviri fueron de las que nunca olvidaré, sentía que como joven podía transmitir toda mi energía y ganas de hacer las cosas a las niñas, me convertí en su confidente, en su profesora, en su amiga, en algo especial para ellas, y sin darme cuenta ellas calaron de tal manera en mí que me fue muy difícil decir adiós, me habían robado el corazón. Agradezco a las Hermanas porque confiaron en mí, me acompañaron siempre en mi labor de voluntaria, me invitaron a compartir sus momentos comunidad, de oración y ruego a Dios por ellas para que les conceda mucha salud física y espiritual, ya que es grande la tarea que realizan con cada niña de estas alturas del Perú. Como Voluntaria FMA Perú, estoy muy contenta y agradecida, y exhorto a tantos jóvenes de mi país y del mundo entero a que inviertan su tiempo para pasar algunos momentos de la vida que Dios les concede para salir al encuentro de las niñas, adolescentes y jóvenes, posiblemente no verán los frutos en un par de meses pero les aseguro que ustedes cambiaron algo en ellas; el mundo de hoy necesita de voluntarios/as de corazón sin fronteras; es posible humanizar y hacer de la humanidad lo que Dios espera.
Natividad Chivilches Ampuero
Voluntaria FMA Perú